Si
me ves cansado fuera del sendero, ya casi sin fuerzas para hacer camino;
Si me ves sintiendo que la vida es dura, porque ya no puedo, porque ya
no sigo; Ven a recordarme cómo es un comienzo, ven a desafiarme con tu
desafío. Muéveme en el alma, vuélveme al impulso, llévame a mí mismo.
Yo
sabré entonces encender mi lámpara en el tiempo oscuro, entre el viento
frío. Volveré a ser fuego desde brasas quietas, que alumbre y reviva mi
andar peregrino. Del primer paso para un principio. Muéstrame la garra
que se necesita para levantarse desde lo caído.
Si
me ves cansado fuera del sendero, sin ver más espacios que el de los
abismos trae a mi memoria que también hay puentes, que también hay alas
que aun yo no he visto.
Que
yo voy armada de fe y de bravura, que seré siempre lo que me he creído.
Que soy el guerrero de la vida plena, y todo me guía hacia el que es mi
sitio, que un primer paso, y un nuevo empeño me lleva a la forma de no
ser vencido.
Si
me ves cansado fuera del camino, solitario y triste, quebrado, herido,
siéntate a mi lado, tómame las manos, entra por mis ojos hasta mi
escondrijo y dime ¡se puede! e insiste, ¡se puede!, hasta que yo
entienda que puedo lo mismo.
Que
tu voz despierte, desde tu certeza, y, tal vez, si quieres, préstame
tus brazos, para incorporarme, nueva y decidida. Que la unión es triunfo
cuando hombro con hombro junto los dos vamos, y así ¡se puede!, con el
mismo brío.
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